Por Delfina Morganti Hernández
Porque no importa lo que vendas: la ortografía siempre cuenta, incluso en Internet
Hace unas semanas, asistí a una charla sobre marketing digital para emprendedores en Rosario. Transcurridos unos días, me llegó un mail de uno de los oradores en el que se presentaba como experto en redes sociales y me invitaba a seguirlo en las suyas para así no perderme ni un solo tip de marketing que iba a estar comunicando en los próximos posts.
El correo tenía algunas faltas de ortografía y puntuación, pero teniendo en cuenta que no todo el mundo es corrector de textos —o, lo que es lo mismo, no todo el mundo es un obsesivo de la ortografía como algunas personas que (me) conozco—, decidí darle una oportunidad e ingresar a la página de Facebook a la que me invitaba el remitente. Una vez allí, lo primero que vi como visitante fue una publicación fijada en la parte superior en la que el locutor se presentaba como community manager. Describía un poco de qué se trata el marketing en redes sociales y animaba a los usuarios a seguirlo, tanto en Facebook como en Instagram, para no perderse las novedades sobre el tema que publica en sus cuentas varias, a modo de tips sobre gestión de redes sociales. Ahora bien, si una persona está tratando de captar audiencia para sumar seguidores en redes sociales y es experta en el tema sobre el cual escribe, espero, por lógica, que se preocupe de revisar el texto que fija en la parte superior de su página. Sobre todo, porque es el texto de entrada a esa red, a esa persona, a esa marca. Como dijo Connie Ansaldi, todos somos una marca. Lejos de mis expectativas, la publicación fijada en la parte superior de la página de Facebook, así como otras que seguían abajo, tenía varios errores de tipeo y ortografía que podrían evitarse fácilmente si esta persona releyera alguna vez lo que publicó, por lo menos la publicación destacada, que es la de entrada al sitio. UNA MALA ORTOGRAFÍA PUEDE AFEAR LA IMAGEN DE TU MARCA
¿Qué sentirías si te invito a mi casa y, cuando llegás y querés tocar el timbre, hay un olor tremendo a excremento de perro, hojas de árboles pegadas con tierra sobre la puerta porque el viento y la lluvia las dejaron así, y también te encontrás con un cartel que dice “Bienvidn o”? ¿Te darían ganas de entrar? ... ... ... Exacto.
Si bien algunos podrían decir que estoy exagerando, sé que no es así: cinco errores de ortografía y tipeo en aproximadamente ochenta palabras me hicieron sospechar de la presunta pericia del remitente de aquel correo de promoción en su campo de acción. Aunque puede que esté equivocada, la sensación de leer un texto que pretende ser persuasivo pero que está repleto de errores evitables es de puro desaliento y decepción. Alguien podría señalar que la ortografía es un detalle; que la gente vive tan pero tan a las corridas que ya nadie lee ni escribe ni espera que se escriba como antes; que una imagen vale más que mil palabras y que detallistas como yo quedan pocos sueltos, por suerte. La verdad, conozco mucha gente que se espanta ante los errores de ortografía y tipeo que cometen las marcas. Y no necesariamente son docentes o traductores o correctores. Son consumidores, como vos, como yo. Son personas a las que les desagrada ver que una marca no se ocupa de lo básico: que sus textos sean su mejor vidriera posible para lucir sus productos y servicios como corresponde. Aquí hay dos artículos sobre el tema que destacan cómo los errores de ortografía pueden incidir en la imagen de una marca ante los ojos de los consumidores y de los inversores:
En cierta medida, seguir las reglas ortográficas es parte de cuidar las apariencias: si el texto que escribís está pensado para publicar en un medio gráfico o visual, tenés la oportunidad de llegar a tus lectores a través de sus ojos. Entonces, ¿no sería insensato dejarlo lleno de errores ortotipográficos que van a saltar a la vista a pesar de que el diseño sea espectacular?
SI ESCRIBÍS PARA VENDER
No tenés excusa: una muy buena ortografía —ni siquiera estamos hablando de aspirar a la cuasiperfección— es fundamental para atraer a tu público objetivo. Sobre todo, si te llamás experto en algún tema, sea la materia que sea y, con más razón, si esa materia tiene como una de sus principales herramientas de comunicación y venta la palabra escrita.
El correo que recibí hace unos días me invitaba a seguir en redes sociales a un experto en marketing digital. ¿Pero cómo voy a seguir a alguien que se dice experto si no puede escribir bien en medios digitales? Esta persona se vende como especialista en un campo que le exige escribir todo el tiempo. Su principal herramienta de venta del servicio que ofrece es la palabra escrita, la comunicación en medios digitales. Sin embargo, la calidad de sus textos escritos deja mucho que desear, por los menos los que alcancé a ver al desplazarme por las últimas publicaciones en sus redes. ¿Cómo dar crédito a una persona o una marca si falla en venderme un buen texto, tan rico en contenido como admirable desde su forma (para quienes gustan de separar las aguas entre forma y contenido)? MORALEJA
Cuando escribimos para vender, es imprescindible ser rigurosos y tener en cuenta que nuestros textos no son un mero lugar de paso para los lectores, sino que son la puerta de entrada a nuestra oferta de productos y servicios.
Es un error subestimar las formas porque, total, nuestro producto o servicio “es el mejor; se vende solo”; por creer que, al escribir en Internet, está todo perdonado, o por considerar que la ortografía es un mero accesorio gráfico que poco importa cuando el diseño “lo dice todo”. Incluso si tu marca tiene un diseño llamativo, un nombre original, un eslogan eficaz, un público fiel, etc., tu inversión en publicidad puede no dar los resultados que esperás si tus textos no están a la altura del resto de los elementos que hacen a una buena imagen de marca. Por eso, salvo que haya un buen juego de palabras que justifique los errores de ortografía en relación con el producto o servicio que vas a ofrecer —en cuyo caso, ya no hablaríamos de errores ortográficos, sino que estarías apelando a un recurso visual distinto para captar a propósito la atención de los lectores—, es mejor cuidar la ortografía en nuestros textos publicitarios si queremos llegar a los destinatarios de la manera más prolija y eficaz posible. SEIS TIPS FUNDAMENTALES PARA ESCRIBIR MEJOR
A continuación, te dejo seis tips para que puedas empezar a mejorar tus textos hoy mismo:
1. Si escribís los bocetos a mano, pasá tus textos en limpio usando un procesador de textos, como Microsoft Word, antes de volcarlos en una plantilla de Wordpress, de email marketing, etc. Usá un tamaño de fuente que te resulte cómodo para leer la versión definitiva sin esfuerzo; así, será más factible que detectes errores antes de visualizar el texto en el medio real en el que va a salir publicado.
2. Pasale un buen corrector ortográfico a cada texto que quieras publicar en Internet, aunque más no sea una publicación breve pensada para redes sociales. Podés usar el corrector automático de Word o alguno en línea, o ambos. 3. Paradójico pero útil: no confíes en todos los errores que te marque un corrector automático como el de Word o alguno en línea. Antes de implementar cualquier cambio sugerido por un corrector automático, verificá cómo se escribe la palabra en cuestión consultando un diccionario fiable, como el de la RAE. Por ejemplo, Word siempre me marca como error el adjetivo ininterrumpido porque cree que puse una sílaba in- de más; no entiende que es un prefijo perfectamente aceptable. Estos errores que no son errores se llaman falsos positivos y, si no prestamos atención, pueden llevarnos a introducir un error cuando antes no lo había. 4. Dejá “estacionar” el texto. En otras palabras, siempre que sea posible, no lo publiques inmediatamente después de escribirlo. Si no podés esperar un día, esperá, como mínimo, una hora durante la cual te distancies a propósito del texto haciendo cualquier otra cosa, en lo posible, todo menos leer o escribir. Así le vas a dar un respiro a tu mente, tu vista y tus muñecas, y va a ser más factible que, cuando lo releas, puedas pulirlo de manera adecuada. Yapa: revisá cada tanto la publicación que fijaste en la parte superior de tu página de Twitter y Facebook, o la presentación que redactaste para LinkedIn, a fin de evaluar con nuevos ojos esos textos que van a causar una primera impresión en tu audiencia meta. ¿Se te escapó algún error de tipeo? ¿Alguno de ortografía? ¿Y el estilo? ¿Podrías mejorarlo para que refleje mejor tu voz, tu ventaja competitiva? 5. Pedile a alguien con ojo crítico —en lo posible, un corrector de textos de carne y hueso, y profesional— que revise tus textos de principio a fin y marque todo lo que considere que es un error o que podría mejorarse, ya sea aspectos de ortografía, de estilo, de tipeo, etc. ¡Pero atención! No vale pedirles a tus padres, hermanos o mejores amigos. Tiene que ser alguien que adopte un criterio más o menos objetivo; alguien que no tenga miedo de señalar desaciertos. Un lujo: contar con dos personas, en vez de una, cuyo criterio sea fiable y a quienes consideres realmente capaces de mejorar tus textos. Advertencia: corregir un texto no es reescribirlo a gusto de quien corrige. 6. Por último, considerá contratar un servicio de corrección profesional que esté a la medida de tus objetivos de comunicación, publicación o venta. No todo el mundo tiene el tiempo, las ganas y la visión que hacen falta para ponerse minuciosos. Además, retomando la advertencia del tip n.º 5, podés estar seguro de que un buen corrector profesional entiende la diferencia entre revisar y reescribir, por lo que sería ideal contar con un profesional si tu objetivo es escribir para vender. ¿Ya usás algunas de estas técnicas “salvavidas” a la hora de escribir? ¿Cuál recomendarías como primordial según tu experiencia?
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