Por Delfina Morganti Hernández Y se hizo esperar, pero llegó. A un mes y unos días de la primera entrega de la entrevista al traductor Julián A. Sosa, cumplo en compartir la transcripción de la segunda parte. Si te perdiste la primera, podés leerla acá (muy recomendable). * * * D: Vamos a volver un poco a los orígenes y después hablamos de la actualidad. ¿Cómo nace tu interés por el inglés y por estudiar traductorado de inglés? J: El estudiar inglés nace obviamente forzado. A mi mamá siempre le gustó la cultura inglesa, el idioma, pero nunca pudo aprender de chica. Entonces, cuando nosotros estábamos en tercer grado de la primaria—. D: ¿“Nosotros” tus hermanos? J: Mi hermano y yo, sí. Nos mandó a un instituto. Estudiamos ahí creo que por nueve años. Era una lucha a veces. Hubo un año en que quería dejar de ir porque me costaba el Present Perfect, no lo entendía [risas]. Estaba muy negado. Pero pude superar esa etapa. Seguí estudiando —a la par estaba haciendo el secundario— y llegó el último año del secundario, que es cuando tenés que decidir qué vas a hacer el año que viene para entrar a la universidad. Porque mi idea era seguir alguna carrera. D: ¿Cómo pasaste del “odio” al placer con el inglés? J: ¡No sé! [risas] A veces igual me da algún que otro dolor de cabeza, pero me gusta mucho ahora. No sé cuándo fue la transición de empezar a quererlo. Seguramente fue cuando entendí qué era el Present Perfect [risas]. Seguramente fue ahí. Entonces, llegó el último año del secundario. A mí siempre me habían gustado dos cosas: los idiomas —me había empezado a gustar el inglés, lo sentía como una herramienta muy fuerte, muy importante para el futuro— y, a la vez, también la música. A mí me encanta todo lo relacionado con la música. Estaba en esa disyuntiva: “¿Qué hago, me meto en un conservatorio a estudiar música? ¿O me anoto en un traductorado, ya que tengo todo el bagaje del inglés y es como un ‘tema menos’?”. Pensaba solo en el inglés. Estaba muy cegado en ese momento. Pensaba que solamente iba a traducir al inglés y no, no es así. Traduzco más al español que al inglés. Hasta que, finalmente, hablé con un conocido de la familia que era traductor público, para ver cómo era el ámbito laboral, la salida, la vida de un traductor. Y me resultó interesante. Más que nada por esto de trabajar desde casa. D: En pijama… J: En pijama, obviamente [risas]. Al final, me decidí y me anoté en la Universidad Nacional de Lanús, que la tengo cerca de casa. Me gustaba que era un traductorado público y el plan de estudio abarcaba muchos temas, no solo la parte legal, como pasa en la UBA, por ejemplo, que es mucho más legal la orientación. En la UNLA tenemos traducción técnica, de medicina, de sociedades comerciales, de informática. Y también traducción jurídica: contratos, certificados de nacimiento, de matrimonio.
“Todo empezó en la facultad. Nosotros teníamos un compañero que, a la par del Traductorado, estaba estudiando Edición en la UBA”. D: Te vas nutriendo de todo eso. J: Claro, porque en sí yo nunca estudié un traductorado literario. D: Mirá qué interesante. J: Siempre digo que para traducir literatura tenés que tener lo literario incorporado. Es medio difícil si no forzarlo; se nota cuando está forzado. Yo me doy cuenta con mis compañeros a veces. La formación del traductorado público es muy estructurada: te aprendés este término y es así en inglés o en español. Les cuesta un poco esto de soltar la mente y dejarla ir. Por supuesto, está perfecto porque así es la carrera y es lo que les gusta. Pero yo siempre sentía que me faltaba algo, que necesitaba ir un poco más allá. D: Es como que sentías un llamado hacia el área literaria, ¿no? J: Claro. Igual, a lo largo de la carrera tuvimos talleres de traducción literaria que organizaban los mismos profesores. El primer taller que hicieron era sobre traducción de poemas. Ese me gustó mucho. Creo que ahí hice el clic y dije: “Che, me gusta esto”. D: Ahí encontraste más la vocación dentro de la traducción. J: Sí. Era sobre traducción de poemas y era interesante porque estaba muy relacionado con la musicalidad de las cosas, darle un determinado ritmo a los textos, trabajar las rimas... Y me acuerdo que las soluciones a las que había llegado con los poemas que teníamos que traducir me habían gustado. Eso también está muy bueno, que te guste lo que lográs hacer y que lo sepas defender es lo más importante. Más en este ámbito, en la literatura, donde todo siempre es más subjetivo. Como todo arte. Ese fue uno de los detonantes que hizo que me apasionara tanto. Después tuvimos jornadas, más masivas, no tanto estilo taller, sino organizadas por la misma universidad, pero más extensas, con gente de afuera que venía a dar charlas sobre traducción literaria. D: ¿Hablás o estudiás otros idiomas? J: No, pero me gustaría mucho. Me gustan todos los idiomas en realidad, pero más el francés, el alemán y, misteriosamente, el ruso. Es muy difícil que pueda aprender los tres. [Nota de color: Julián me contó que justo empezó a estudiar alemán este año]. Jardín del IES en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”. Aquí le hice la entrevista al traductor Julián A. Sosa el viernes 28 de abril de 2017, en el marco de la Escuela de Otoño de Traducción literaria. D: ¿Y el ruso por afinidad con la literatura rusa, algún autor? J: No, no. Tengo un amigo que es ruso y, a veces, cuando lo escucho hablar, me llama mucho la atención cómo suena el idioma. También mi profesor de Lengua Española es traductor de ruso. A veces, hablaba en ruso en las clases cuando contaba alguna anécdota, y me gustaba escucharlo. La verdad es que me gustan todos los idiomas. Si pudiera aprender más, me encantaría. D: Actualmente trabajás con una editorial argentina en modalidad autónomo-independiente. ¿Siempre traducís textos del género novela? J: Sí, por ahora sí. Me están mandando solo novelas. Salvo por esta última que es autobiográfica [La distancia entre nosotros de Reyna Grande], pero no deja de ser una novela. D: Y trabajás por contrato. J: Sí, por contrato. D: Cada libro nuevo es un contrato distinto. J: Es un contrato distinto, sí. D: ¿Y cuánto hace que trabajás con la editorial? J: Desde julio del año pasado [2016]. D: Y ya llevás tres libros traducidos. J: Sí, me mandan libros para traducir bastante seguido. D: ¿Te gustaría contar cómo se dio esta oportunidad? J: Todo empezó en la facultad. Nosotros teníamos un compañero que, a la par del Traductorado, estaba estudiando Edición en la UBA. El chico tenía un blog donde hacía análisis y críticas de libros. Con el paso del tiempo, fue desapareciendo del Traductorado, se fue centrando más en el ámbito de la edición y en su blog, e hizo un contacto con esta editorial, con V&R. Le mandaban libros... Y nos seguíamos viendo igual, porque era un amigo nuestro. Hasta que un día, el año pasado, nos comenta a tres compañeros del Traductorado —él ya había dejado la carrera, estaba ocupado con Edición y el trabajo— que la editorial estaba buscando traductores. Nos dijo: “Les voy a mandar una prueba, háganme acordar”. Tardó un poco [risas] desde que nos dijo eso hasta que nos envió el texto de prueba para traducir. Tardó unos dos meses, tres… [risas]. Un día, nos mandó la prueba, y terminó siendo el texto de los dos primeros capítulos del primer libro que traduje [Noche de luz, Jay Asher]. Nos mandó la prueba a los tres. D: Y de los tres, ¿están todos trabajando? J: No, de los tres quedé yo solo me parece. D: Entonces, era una prueba eliminatoria. J: Sí. Fue raro porque él era más amigo de otra compañera. D: Bueno, pero fue objetivo. Fue profesional. J: Sí, totalmente. Está bueno que fue un proceso serio. Además, no fue él solo el que las corrigió. Hay todo un equipo de correctores detrás, otros editores. [Pausa] Y fue muy loco porque el día que me llama para decirme que le había gustado mucho mi versión, yo estaba pensando, buscando alguna especie de salida laboral relacionada, quizá crear un blog o algo así. Pero no para escribir sobre traducción, sino un blog en el que incluiría traducciones de canciones del inglés listas para ser cantadas en español. Es decir, manteniendo las rimas, la métrica y manteniendo el sentido, que es lo más importante. Y eso no se ve mucho en el ámbito de la música cuando hacen una versión en español. Casi siempre le cambian la historial, cambian el sentido. Y yo no quería eso. Y esta idea fue a raíz de mi hermano, que un día me cuenta que había estado pensando: “Che, estaría bueno hacer este tema [un tema de Coldplay] en español. Quiero cantarlo en español, pero lo tengo que traducir y las versiones que están traducidas en Internet no me gustan. Ah, ¡pero si tengo a mi hermano que es traductor!” [risas]. D: ¡Somos tan invisibles a veces que ni los hermanos nos registran! J: ¡Claro! [Risas]. Yo estaba en la habitación de al lado [risas]. Y viene y me dice: “Che, ¿me podrás traducir este tema para cantarlo en español?”. “Sí, dale”, le digo yo. “Dale, dale”. Y agarré y me puse a traducirlo en un bloc de notas, así nomás. Me puse los auriculares, empecé a escuchar el tema —dejando de lado la cadencia de la voz— y lo iba traduciendo al español con la mayor fidelidad posible al sentido de cada verso. D: Pero debés haber resignado algo. No me digas que conservaste todo porque no te voy a creer [risas]. J: [risas] Algo tuve que sacar, sí. Quizás lo más notorio fue la rima. Si un verso en inglés terminaba en una a larga, en español no. Cambié la rima en sí, pero mantuve siempre el lugar de esa rima, el patrón: si era a-b-a-b, por ejemplo, en esopañol también. D: ¿O sea que trabajaste todos los aspectos de la traducción de canciones al mismo tiempo? Te pregunto porque hay traductores que primero trabajan el texto solo como poema, sobre todo cuando hay mucho ritmo o rimas, y después empiezan a hacer una adaptación de acuerdo con la melodía. Trabajan en dos pasos. J: Claro. No, yo no. Trabajé directamente con la música. Me resultó más fácil así. Porque escuchaba el original y, a la vez, cantaba el español arriba. O escuchaba la canción en inglés, me sacaba los auriculares y me ponía a cantarla en español, para ver cómo quedaba. Y me terminó gustando. Después le di la traducción a mi hermano y creo que grabó un video cantándola, no sé dónd estará. Y me dijo que le gustó. D: ¿Eso fue al mismo tiempo que estabas haciendo la prueba para la editorial? J: No, ya la había hecho, aunque todavía no tenía noticias. Pero fue justamente en esa misma semana que empecé a pensar en esto de armar un blog con traducciones de canciones listas para cantarlas. Y justo me llama mi amigo, que estaba a cargo de la edición de esos libros, y me dice: “Che, me regustó tu traducción. Quiero que traduzcas este libro”. Yo no lo podía creer, estaba muy contento. Fue un notición. Después, me llamó para coordinar un día para que fuera a la editorial para hablar con ellos cuestiones de estilo. Ahí me dieron un feedback, una devolución de la prueba. D: Habrán hablado de los honorarios. J: Sí, también. D: ¿Tenías idea de cómo cobrar este tipo de trabajo? Porque eso suele ser un tema. J: No, la verdad que no. Yo me guié por los aranceles orientativos de la AATI [Asociación Argentina de Traductores, Correctores e Intérpretes]. D: ¿Y negociaste algo? J: No, al ser mis primeras traducciones, no me atrevo mucho a negociar o a discutir un precio. No me estoy tirando abajo tampoco. Yo ya fui desde el primer día pensando: “No voy a aceptar menos de tanto”. En el Traductorado Público de la universidad siempre nos advertían sobre esto de los aranceles, que hay mucho trabajo “sucio”. D: Sí, y hay competencia desleal en todas las áreas, todas. J: Sí. Por eso. Yo ya iba con esa idea en mente. Cuando me dijeron lo que me iban a pagar, era poco quizás, pero a mí me servía. Me sirvió. D: Y convivir con el libro un mes. J: No, dos meses. Era un poquito poco, pero era mi primera traducción. Con las otras los honorarios mejoraron y se fue haciendo más interesante el laburo también. Aún así, yo creo que se puede todavía mejorar más. [Pausa]. Y ese día me reuní con el equipo de la editorial. La correctora me felicitó. Es muy buena correctora, realmente muy buena. Después me encomendaron la traducción y yo les iba mandando de a cinco capítulos por semana, si mal no recuerdo. Así ellos iban viendo y corrigiendo. Hacia el final del primer mes, me llamaron de la editorial para darme una devolución de lo que había hecho en persona, lo que es muy bueno porque pude hablar con la correctora, tomar decisiones juntos, proponer soluciones. Siempre recibí comentarios positivos y eso es lo que me hacía feliz, el hecho de recibir comentarios positivos de una correctora que nunca había visto en mi vida y que tiene muchos años de experiencia. Yo me sentía muy cómodo con el equipo. Me acuerdo que cuando fui a reunirme con la correctora por primera vez, tenía miedo. No me habían anticipado nada, solamente me habían citado para una “reunión con la correctora”. D: O sea que podía ser que te dijeran—. J: Podía ser cualquier cosa. D: “Mirá, esto es un desastre. No es lo tuyo, no te necesitamos más” o decirte “Nos encantó, tenemos algunas sugerencias”. J: [risas] Sí. Claro. Tenía mucho miedo. Pero por suerte son muy buena gente, muy buena onda. Todo salió muy bien. * * * Mientras sigo transcribiendo los audios, te invito a leer más detalles sobre lo que fue la Escuela de Otoño de Traducción Literaria 2017 en la sección de artículos de interés más abajo. Por último, podés informarte sobre el proyecto de ley Unicaba que pretende cerrar los institutos de formación docente de la Ciudad de Buenos Aires y cómo podés hacer para apoyar la petición a favor de la continuidad de estas prestigiosas instituciones que, entre otras cosas, hacen posible que existan iniciativas de formación profesionalizante en el país como es la Escuela de Otoño de Traducción Literaria del IES en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”. ◘ ◘ ◘ Más sobre la EOTL 2017 ¦ Un lugar llamado Destino ~1000 palabras ¦ Yo vine a matar al autor ~1300 palabras ¦ Crónica en colaboración con el boletín oficial de la AATI, Calidoscopio abril-mayo 2017 ~1200 palabras (acceder al boletín completo) Delfina Morganti Hernández es traductora creativa, correctora e intérprete de inglés y español matriculada en el Colegio de Traductores de la Prov. de Sta. Fe, 2.ª Circ. y miembro de la Asociación de Profesionales en Marketing (APMKT) de Rosario. Sus principales áreas de trabajo son Marketing y Publicidad, Recursos Humanos, Educación y Legales. Asimismo, traduce y corrige textos de Periodismo Digital, Turismo, Ficción y Crítica Literaria. Es autora del ebook sobre traducción literaria: “Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad. Un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria”. Actualmente, cursa sus estudios en Publicidad y en Letras, y es colaboradora en el rol de community manager ad honorem del programa de radio online Traductores, al Aire! | Instagram: @delfina.serviciosling
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Por Delfina Morganti Hernández En septiembre, los traductores, correctores e intérpretes, y estudiantes de traducción e interpretación tienen una cita imperdible en Córdoba, Argentina, con motivo del III Encuentro Nacional de Traducción #ENT2018.Bajo el lema “La especialización y otros caminos para el crecimiento profesional”, los días 28 y 29 de septiembre tendrá lugar la tercera edición consecutiva del Encuentro Nacional de Traducción (#ENT2018). El congreso reúne a estudiantes de traducción e interpretación, así como a traductores, correctores e intérpretes noveles y con experiencia de todos los idiomas, y ofrece diversos talleres, charlas y ponencias para participar activamente en un intercambio pensado para sumar herramientas de desarrollo y ejercicio profesional. “Queríamos crear un punto de encuentro nacional, que se repita todos los años y que nos dé la posibilidad de interactuar cara a cara, y no solo a través de internet, como muchos lo hacemos en nuestro día a día”. POR QUÉ UN ENCUENTRO NACIONAL DE TRADUCCIÓNEl ENT es un evento anual de capacitación e intercambio de recursos entre profesionales y futuros profesionales de la traducción e interpretación pensado “para compartir experiencias, ideas, innovaciones y consejos para mejorar nuestro trabajo y abrir nuevas puertas”. Los colegas a cargo de la organización son Juan Macarlupu Peña y Julieta Olivero, quienes llevan adelante esta iniciativa en la ciudad de Córdoba desde 2016 y cada año, hacia fines del mes de septiembre, en el marco del Día Internacional de la Traducción. Ante la pregunta sobre cómo surge la idea de organizar un Encuentro Nacional de Traducción, Julieta Olivero respondió: “El Encuentro surge, por un lado, por un gusto personal que los dos tenemos por este tipo de eventos: eventos donde nos podemos conocer, crear vínculos y también seguir aprendiendo a partir de la experiencia de otros. Por otro lado, notamos que la mayoría de los cursos y de los congresos se organizan en Buenos Aires, y muchas veces resulta difícil asistir, especialmente en el caso de los estudiantes. Por eso decidimos traer un poquito de todo lo que se hace en Buenos Aires al punto central del país, más accesible para todas las provincias. Queríamos crear un punto de encuentro nacional, que se repita todos los años y que nos dé la posibilidad de interactuar cara a cara, y no solo a través de internet, como muchos lo hacemos en nuestro día a día. Queríamos un espacio profesional, pero distendido, donde se genere la confianza para que podamos preguntar, donde el disertante no sea esa figura inalcanzable que se sube al escenario, sino que sea un colega y que ayude con lo que sabe y, a su vez, también se enriquezca a partir de la experiencia de otros”. En palabras de Juan Macarlupu, “Lamentábamos la poca oferta de congresos que hay en Córdoba, especialmente si consideramos que tiene una de las mejores universidades del mundo y que está ubicada de manera estratégica para reunir a traductores de todo el país. Viajar a Buenos Aires es, para muchos colegas, inviable y creemos que esto no debería ser un impedimento para participar de este tipo de reuniones. Por eso también los aranceles son de los más bajos del país para este tipo de evento. Además, nos pareció que sería positivo organizar un encuentro que no dependa de ninguna organización o asociación, sino que sea organizado por traductores y para traductores, sin otro interés de por medio más que reunirnos, aprender, conocernos, intercambiar ideas y crear nuevos lazos profesionales”. “La especificidad de muchas de las ponencias que se van a presentar hace que sean interesantes tanto para noveles que están buscando su rumbo dentro de esta profesión, como para colegas expertos que quieren aprender algo nuevo, o escuchar qué esta sucediendo en la profesión, relatado por sus pares”. CONOCÉ LA AGENDA DEL #ENT2018El programa del #ENT2018 abarca una amplia variedad de temas y áreas específicas, que se abordarán en más de diez disertaciones y seminarios por especialistas. Al preguntarle sobre sus expectativas con respecto al próximo #ENT2018, Olivero respondió: “Cada día que pasa estoy más ansiosa. Este año tenemos 14 ponencias confirmadas, y las temáticas son supervariadas y novedosas. Se va a hablar sobre localización, traducción literaria, accesibilidad, traducción audiovisual, traducción creativa, ingeniería lingüística, español, traducción aeronáutica, traducción médica, herramientas de mercado, interpretación, lengua de señas, traductología y manejo del estrés. Quien consiga asistir a todas las ponencias se va a ir a su casa con herramientas para hacerle frente a lo que se presente, tanto en lo profesional propiamente dicho, como en lo empresarial o administrativo. Nuestra idea es brindar herramientas, mostrar novedades, abrir las mentes a campos nuevos, mostrar cuán amplio es nuestro campo de acción y cómo se puede crecer profesionalmente”. Por su parte, Macarlupu comentó que, “como objetivo más interno de la organización, tenemos el de crecer con respecto al año pasado. Por suerte, en 2017 crecimos muchísimo con respecto a 2016 y esperamos ver algo similar este año en relación con el anterior. Eso significa que la propuesta gustó y que vamos por buen camino. Nos alegra muchísimo ver que la comunidad lingüística va conociendo el evento y confía cada vez más en él”. Además, la edición 2018 contará con tres talleres precongreso sobre recursos digitales para traductores audiovisuales; traducción y terminología específica de administración de empresas, y traducción médica aplicada a los casos clínicos de la famosa serie de televisión estadounidense Grey’s Anatomy. “Estamos organizando tres cursos precongreso que se van a realizar el día jueves 27 y el viernes 28 por la mañana. Son cursos de tres horas de duración, con cupos limitados, dictados por ponentes que también se van a presentar durante el ENT. La idea de los cursos es ofrecer también actividades más prácticas y de mayor duración, para desarrollar los temas con más profundidad. Esperamos recibir asistentes de todas las provincias, como en los años anteriores. Como todos los años, los ponentes reciben regalos y participan de sorteos”, agregó Olivero. POR QUÉ QUERÉS ESTARJuan Macarlupu lo resume así: “En primer lugar, porque es una excelente ocasión para encontrarse entre sí y aprender del otro. En segundo lugar, porque confeccionamos un programa que ofrece ponencias de todos los niveles y para todos los gustos, para que todos encuentren algo que les interese. Además, la especificidad de muchas de las ponencias que se van a presentar hace que sean interesantes tanto para noveles que están buscando su rumbo dentro de esta profesión, como para colegas expertos que quieren aprender algo nuevo, o escuchar qué esta sucediendo en la profesión, relatado por sus pares”. Julieta Olivero comparte perspectivas similares: “El ENT es un espacio de encuentro, donde podemos ir para conocernos, para buscar nuevas ideas, para motivarnos, para resolver dudas. Los profesionales noveles y experimentados se pueden beneficiar muchísimo de eso. Además, estoy convencida de que todos tienen algo para aportar, más allá de los años de experiencia. Eso se nota en las propuestas, que a veces surgen de estudiantes, que ya están investigando, ya están aprendiendo y ya están desarrollando sus propias herramientas. Creo que los estudiantes y los traductores e intérpretes noveles encontraron un espacio donde pueden empezar a delinear qué camino quieren seguir dentro de esta profesión, y los más experimentados encontraron un espacio para seguir creciendo y para encontrar caminos nuevos. Muchas veces, es necesario un cambio de enfoque, una mirada diferente, aires nuevos, un viaje para despejar la mente. Eso es el ENT”. CUÁNDO, DÓNDE, CUÁNTO Y QUIÉNESDías Jueves 27 de septiembre: tres talleres precongreso Viernes 28 y sábado 29 de septiembre: #ENT2018 de 9 a 19 Lugar Hotel Dr. César Carman Córdoba, Argentina Aranceles e inscripción Julieta Olivero te cuenta todos los detalles de la inscripción: “El costo de la inscripción hasta el 31 de agosto es de $950 para público en general y $750 para estudiantes. En cuanto a los cursos, la inscripción a un solo curso cuesta $300, a dos cursos, $500 y a tres cursos, $700. Se puede abonar por depósito o transferencia, y con tarjeta de crédito. A partir del 1 de septiembre, el precio aumenta. Las inscripciones están abiertas hasta el último día, pero, en una ocasión, tuvimos que cerrarlas antes por falta de espacio. ¡Los esperamos a todos!”. Entre los disertantes del #ENT2018, se encuentran Florencia Aguilar, Florencia Avaca, Horacio Dal Dosso, Paula Estrella, Pamela Gulijszuc, Milagros Landini Maruff, Delfina Morganti Hernández (quien escribe), Carolina Panero, María Gabriela Pantaloni Nasiff, María Inés Arrizabalaga, Melina Ruiz Arias, Martín Tapia Kwiecien, Alejandra Tolj y Micaela van Muylem. Confirmá los aranceles e inscribite desde la web oficial del evento y enterate de todas las novedades siguiendo el hashtag #ENT2018 en Facebook e Instagram. ¡Nos vemos en Córdoba!Delfina Morganti Hernández es traductora creativa, correctora e intérprete de inglés y español matriculada en el Colegio de Traductores de la Prov. de Sta. Fe, 2.ª Circ. y miembro de la Asociación de Profesionales en Marketing (APMKT) de Rosario. Sus principales áreas de trabajo son Marketing y Publicidad, Recursos Humanos, Educación y Legales. Asimismo, traduce y corrige textos de Periodismo Digital, Turismo, Ficción y Crítica Literaria. Es autora del ebook sobre traducción literaria: “Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad. Un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria”. Actualmente, cursa sus estudios en Publicidad y en Letras, y es colaboradora en el rol de community manager ad honorem del programa de radio online Traductores, al Aire! | Instagram: @delfina.serviciosling Por Delfina Morganti Hernández Si trabajás con clientes, a menudo tenés que conversar con ellos, ya sea en persona, por teléfono (incluidos los audios de Whatsapp) o por videollamada. (Por ahora, no contemos tanto los mensajes escritos). Si bien comunicarnos cara a cara es una de las formas más básicas de interacción entre los seres humanos, las conversaciones presenciales no siempre se desarrollan como uno espera. “¿Habré hablado demasiado?”, “¿Lo habré convencido?”, “¿Qué más querrá saber?”, “¿Por qué no me acordé de contarle tal caso de éxito?” y hasta “¿Qué querrá realmente esta persona?” son algunas de las preguntas que me asaltan muchas veces a la salida de una entrevista con un nuevo cliente. Todos alguna vez tuvimos una conversación genial, esa clase de intercambio que nos deja una sensación mitad alivio, mitad alegría de haber generado una buena conexión con el otro, de haber logrado ponerse en sus zapatos y él en los nuestros, de habernos entendido. Sin embargo, a la hora de tratar con posibles clientes, es fácil cometer ciertos “errores” comunicacionales, como anticiparnos a lo que el otro quiere o espera de nosotros sugiriéndole posibles respuestas o, lo que es muy común, hablando más de lo que escuchamos. Una buena conversación es un ida y vuelta en el que cada parte debería poder no solo expresar sus intereses, preocupaciones y puntos de vista, sino también escuchar a la otra y construir una “zona común” basada en la honestidad, la empatía y la confianza para, en el mejor de los casos, establecer algún tipo de vínculo; en este en particular, hablamos de una potencial relación de trabajo. La comunicación mejora cuando escuchás mejorHace poco, en una de esas rondas incesantes que hace YouTube cuando te lleva de un video a otro y vos te dejás llevar, vi una charla TED por Celeste Headlee sobre “Diez reglas para conversar mejor”. Aunque el tema de la escucha real puede parecer pan comido, la verdad es que muchos de nosotros no somos tan buenos interlocutores a la hora de tener conversaciones con los demás. Al entrevistar a un cliente, queremos conocer sus inquietudes, calmar sus ansiedades, responder a todas sus preguntas, ¡que él responda a todas nuestras preguntas!, asegurarle que somos la mejor opción, explicarle por qué, volver a resaltar nuestra ventaja competitiva, satisfacer sus necesidades... La lista es larga, pero, en definitiva, queremos que el cliente perciba nuestro valor agregado, apueste a nosotros y vuelva a elegirnos porque le representamos la solución ideal que toda marca quiere ser para sus clientes. A veces, ya sea por el entusiasmo, los nervios, la adrenalina, la ansiedad, el estrés, el andar a las corridas u otros factores, faltamos sin querer a las reglas básicas para tener una conversación eficaz que redunde en los resultados que ambas partes esperan. Las tres claves para conversar mejor con un cliente potencialLos consejos que recomienda Celeste Headlee en su charla son diez, pero pueden sintetizarse en esta idea clave: para conversar mejor, hay que dejar de lado los pavoneos e inseguridades del propio ego y empezar a escuchar más y mejor al otro. Con esta premisa en mente, comparto tres sugerencias fundamentales para conversar mejor con nuestros posibles clientes: 1. (La evidente) Tenés que estar presente y con todas las luces prendidas, menos con la del celular. Seguro que alguna vez te pasó: mientras hablabas con un vendedor, un mozo, el plomero o un representante de atención al cliente, estas personas estaban teniendo más de una conversación a la vez, a la par de la que tenían con vos. Probablemente lo sentiste como una falta de respeto o de compromiso o, sencillamente, como una falta de atención. Estar realmente presente en la situación comunicativa es fundamental a la hora de conversar con un nuevo cliente (¡y con todos!). Por un lado, porque el multitasking puede causarle una muy mala impresión a ese posible cliente que está ahí porque cree que vos podés ayudarlo a resolver un problema; por otro lado, porque hacer más de una cosa a la vez mientras conversamos con alguien nos obliga a dividir la atención y, como consecuencia, corremos el riesgo de perdernos información valiosa de ese cliente y sus necesidades. Por lo tanto, si querés conversar mejor para conocer mejor a tu cliente, brindale toda tu atención en exclusiva: guardá el celular (si el cliente lo ve, aunque no lo uses, igual es contraproducente); en lo posible, ponelo en modo avión; escuchá a tu interlocutor (no es momento de pensar en la agenda pendiente), y no abuses de la toma de notas. 2. (La incómoda) Quitate el sombrero de encuestador y ponete el de analista. Tal como sugiere Headlee en “Diez reglas para conversar mejor”, si formulás una pregunta complicada, vas a conseguir una respuesta simple, ya sea afirmativa o negativa. Por ejemplo, si le preguntás a tu posible cliente: “¿Usted cree que X idea sería buena/contraproducente/directamente inviable?”, lo obligás a elegir entre opciones predeterminadas y a responder con un sí o un no y listo. Como en una encuesta. Pero ¿qué sentido tiene hacer una entrevista cara a cara si vas a preguntar con opciones? Más vale reformular esa pregunta diciendo: “¿Y a usted qué le parece X idea? ¿Qué resultados puede prever? ¿Cuál es su percepción sobre tal cosa?”. Dejar la respuesta a discreción del cliente —en lugar de ofrecerle alternativas al estilo multiple choice— puede dar lugar a respuestas mucho más interesantes y esclarecedoras. Steve Jobs decía que, muchas veces, los consumidores no saben lo que quieren hasta que lo ven. Pero no hay que subestimar al otro: si escuchamos más y mejor a nuestros clientes, probablemente sepamos con mayor precisión qué es lo que quieren y, de ese modo, estaremos mejor informados para armar una propuesta, diseñar un producto u ofrecer un servicio justo a la medida de sus necesidades reales (y no las que nosotros suponemos que tienen). 3. (La mejor) Hablá menos, escuchá más y hacé que te quieran. En la charla TED sobre cómo mejorar nuestras conversaciones, Headlee trae a colación el típico caso del entrevistador que va sacando de la galera distintas preguntas sin tomar en cuenta las respuestas del entrevistado ni participar realmente en una conversación con su interlocutor. Este es un ejemplo muy común de lo cómodo pero inútil que puede resultar seguir un guion preestablecido a la hora de encarar una interacción en persona. El problema de no escuchar al otro radica en que no llegamos a conversar con él, y si no logramos interactuar de verdad con el cliente, ¿cómo se supone que vamos a ofrecerle las soluciones que busca? Headlee también cita al terapeuta M. Scott Peck, quien dijo que “la escucha sincera requiere de ponerse uno mismo a un lado”. A veces eso implica dejar de lado las opiniones personales. Según Scott Peck, cuando un hablante siente que su interlocutor está dispuesto a escucharlo a él —en vez de hacer un monólogo de ventas—, tiende a soltarse más y a “abrir sus represiones interiores al que escucha”. En definitiva, si escuchamos mejor, generamos más y mejores oportunidades de conocer al cliente y saber qué necesita, y de qué manera podemos presentar nuestro producto o servicio para demostrar que puede satisfacer esas necesidades. Bocaditos para la entradaPor último, cuando se trata de formular preguntas a nuestro interlocutor, Headlee recomienda adoptar el enfoque de la pirámide invertida que usan los periodistas para redactar una noticia: quién, qué, cuándo, dónde, por qué, cómo. Si bien ella está pensando en las conversaciones en general, podemos extrapolar esta recomendación al mundo de los negocios durante una entrevista con un posible cliente: ¿Quién es su empresa?/¿En qué consiste el proyecto? (Apunta a conocer la identidad de la marca o proyecto, su misión y visión, para ponernos la camiseta del caso con las debidas coordenadas contextuales). ¿Qué busca/qué espera de nosotros? (Apunta a conocer las necesidades, preocupaciones y expectativas generales del cliente para que podamos generar una propuesta que las aborde en detalle). ¿Cuándo espera que podamos ofrecer esa solución? (Apunta a conocer las expectativas relacionadas con los plazos de entrega para dar lugar a la coordinación y negociación con el cliente). ¿Dónde espera aplicar la solución? (Apunta a conocer los usos que el cliente desea o planea darle a nuestro producto o servicio para reforzar las expectativas vigentes y dar lugar a destacar otros usos o beneficios posibles a corto, mediano o largo plazo [preparar el terreno para una nueva propuesta o venta]). ¿Por qué necesita esta solución?/¿Por qué cree que redundará en beneficios para su empresa, proyecto o emprendimiento? (Apunta a conocer el motivo que da origen a la búsqueda por parte del cliente de una solución que nosotros podemos ofrecer y nos permite explicar nuestra ventaja competitiva o por qué nosotros somos la mejor opción frente a la competencia). ¿Cómo espera recibir la solución? (Apunta a conocer los medios, formatos, características, etc. del producto o servicio en función de los requisitos del cliente). Y vos, ¿qué habilidades interpersonales |
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