Por Delfina Morganti Hernández
A menudo los traductores técnicos nos ponemos muy creativos.
En el marco del I Congreso Latinoamericano de la Industria de la Traducción (#CLINT2017) que se celebró en Córdoba los días 4, 5 y 6 de agosto de este año, Diego M. Ferreyra (traductor de inglés, ingeniero electromecánico y magíster en Ciencias de la Ingeniería) presentó la charla “Proyectos de traducción técnica: estrategias para reforzar tu desempeño”.
Uno de los ejemplos que trabajó como caso recurrente de error en ciertas traducciones técnicas es el uso del adjetivo “trasero” con el sustantivo al que modifica elidido, de tal manera que uno puede encontrarse con frases como esta: “... monitorear esfuerzos en el eje delantero y en el trasero…”, lo que, si bien sería gramatical, rompería con las normas del buen gusto y la elegancia al sugerir que hay que supervisar bien los esfuerzos en las posaderas, las nalgas o, francamente, la cola. Volví del CLINT iluminada en varios aspectos, pero nunca me habría imaginado que volvería, además, inconscientemente alerta a este tipo de errores comunes. Así es que un día, mientras me encontraba revisando una traducción técnica al español, detecté un caso similar al de los esfuerzos en el nalgatorio:
Ahora bien, luego de ese momento inicial de risa o sonrisa, cabe preguntarse: “¿cómo resuelvo este temita de los traseros convenientes?”. Claro que el traductor no tuvo la intención de sugerir que una de los elementos estándares en la maquinaria en cuestión era, precisamente, un par de traseros convenientes, así que se me ocurrieron estas opciones:
a) repetir el término “amarres”, a pesar de que la repetición puede ser molesta y algo cacofónica e, incluso para los más bienintencionados, redundante, pues se da por entendido que “traseros convenientes” refiere a “amarres” y nuestra lengua permite la elisión, aunque también genera, al mismo tiempo, ambigüedad para los lectores más sagaces (¿será que esta máquina me deja el trasero conveniente?, podría preguntarse alguien que lee bien entre líneas...); b) trasladar el adjetivo “convenientes” al comienzo de la frase y decir: “convenientes amarres delanteros y traseros”. Bueno, podría ser, salvo que en la lista de opciones estándares que traía esta máquina todos los elementos enumerados comenzaban con el núcleo de la frase nominal encabezando el sintagma, es decir, el sustantivo aparecía primero, así que llevar el adjetivo “convenientes” implicaría, desde el punto de vista estilístico, resaltar esta opción en detrimento de las demás y el texto fuente no sugería nada de eso, sino que simplemente enumeraba las características; c) dejar el segmento tal como me lo entregó el traductor: “amarres delanteros y traseros convenientes”. En cualquier caso, no todos los lectores son mal pensados, aunque cabría preguntarse si hace falta serlo para caer en la doble interpretación que habilita nuestra lengua. Resumida la anécdota, debo aclarar que me incliné por (a), la repetición de “amarres”, pero me gustaría saber: ¿qué habrían hecho mis colegas? ¿Se les ocurre alguna otra opción? En lo posible, les pido encarecidamente que no sugieran ninguna mejor: ya pasaron meses desde que entregué la revisión y no tendré oportunidad de rerevisarla... ¡Era broma! Siempre se puede mejorar, así que toda sugerencia es más que bienvenida. ¡Hasta la próxima entrega de El Dilema Traductoril!
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